La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas, llamada a ser siempre la casa donde Dios acoge. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes. De ese modo, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas.
Es así como los Santuarios se establecen como espacios «abiertos» privilegiados para vivir la experiencia de la divinidad, que reciben y acogen a todo aquel que peregrina al encuentro con Dios. Son signos visibles de su presencia invisible. En ellos se percibe la asistencia divina de la Trinidad y la intercesión de la Virgen María, de los Santos o de los Beatos. Son memoriales del misterio de la Encarnación y de la Redención.
Los peregrinos que acuden a ellos reciben el alimento y energía necesarios para continuar el peregrinaje hacia el Reino, comprometidos con las penas y alegrías de todos sus hermanos. Pero también nos plantea el desafío de hacer que las expresiones y estilos de vida de nuestro pueblo estén ligadas al mensaje de Cristo, un modo de expresar la dimensión trascendente de la vida humana, donde el corazón de cada cultura esté constituido por su acercamiento al misterio de Dios.
A los santuarios se acude para agradecer porque Dios nos amó primero. Se llega a pedir perdón. Se ruega para mantener la fidelidad de la fe en Jesucristo y en su Iglesia. Se implora ayuda en las dificultades. Se va, por sobre todo, para invocar y acoger al Espíritu Santo y llevar ese Espíritu a todas las acciones de la vida.
Santiago de Chile tiene numerosos santuarios. A cada uno de ellos, en distintos lugares de la ciudad, los peregrinos acuden para celebrar la fe y palpar la Gracia de Dios. A través de este proyecto, los invitamos a conocer algunos de ellos. Será el camino de un singular peregrinar por esos lugares sagrados de nuestra ciudad.